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San Martín, oficial militar a los 15 años
El 6 de diciembre de 1783, cuando tenía cinco años, José de San Martín viajó a España con su familia, pues su padre había sido trasladado allí. Ingresó a los 11 años en el ejército, y al cumplir 15 ya era oficial. Hizo su carrera militar en el Regimiento de Murcia. Combatió en el norte de África y luego contra la dominación napoleónica de España, participando en las batallas de Bailén y La Albuera. Con 34 años, en 1812, habiendo alcanzado el grado de Teniente Coronel, y tras una escala en Londres, partió a Buenos Aires, donde se le encomendó la creación del Regimiento de Granaderos a Caballo. Más tarde se le encomendó la jefatura del Ejército del Norte, en reemplazo del General Manuel Belgrano.
La vida siempre fue difícil para él, y sólo pudo vivir once años en su querida Patria. Pero ese escaso tiempo a San Martín le alcanzó para convertirlo en uno de los próceres más reconocidos de la historia argentina.
Los Granaderos a Caballo fueron su creación, y el bautismo de fuego de aquel cuerpo de valientes fue la famosa Batalla de San Lorenzo. Allí San Martín y sus granaderos pelearon durante algo menos de 30 minutos contra una fuerza muy superior a la de ellos, ya que los enemigos eran más de 250. En aquella batalla, la inaugural, San Martín estuvo dos veces a muy poca distancia de la muerte. De una de ellas lo rescató el Sargento Cabral...
“...Cabral, soldado heroico,
cubriéndose de gloria...
De Cabral, soldado heroico, todos comenzamos a conocer detalles sobre su heroísmo en aquel duro combate, pero muy pocos hemos escuchado hablar de Juan Baigorria, que también se encargó, en aquella ocasión, de rescatar a San Martín y no permitir que cayera bajo los sables enemigos.
Nuestro general don José de San Martín liberó a tres países, pero siempre se negó a participar en guerras civiles. “No me interesa cómo pienden –dijo en muchas oportunidades-. ¡Jamás levantaré mi sable contra compatriotas!”
Murió en el destierro, en Boulogne Sur Mer, Francia, el 17 de agosto de 1870, a los 72 años. Desde que se había ido del país, muchos años antes, jamás había dejado de pensar y de hablar de su patria. Quienes entonces estuvieron cerca suyo, aseguraron que en aquellos últimos días no dejaba de pronunciar las palabras República Argentina
El palacio del general
Justo Jose de Urquiza
El Palacio San José, ubicado en la provincia de Entre Rios, y que oportunamente fuera declarado Monumento Histórico Nacional, es el referente histórico más importante de esa provincia. Fue comenzado a construir, en 1948, en medio del monte entrerriano y a unos 30 kilómetros de la ciudad de Concepción del Uruguay, por los arquitectos italanos Dellepiane y Fosatti.
La casa principal del palacio está conformada por 38 habitaciones estructuradas alrededor de dos patios, el Patio de Honor y el Patio del Parral, y se accede a ella por el Jardín Francés. En la parte trasera de la construcción, en los jardines posteriores, están distribuidas las siete dependencias de servicio, y también la Capilla con su cúpula tan especial, decorada por el artista plástico Juan Manuel Blanes. Toda esta imponente construcción está emplazada en un área de 40 hectáreas, sobre en casco central de 120 hectáreas.
Habiendo sido cuna de la Organización Nacional, en este ámbito fue jurada la Constitución
Nacional reformada en 1994.
Amplios parques y jardines sirven de marco excepcional a la residencia, que hoy resguarda y
rememora la vida íntima y pública de Justo José de Urquiza y, fundamentalmente,
dos décadas de nuestro pasado que nos relatan la construcción y organización de
nuestro país, desde el aporte de los entrerrianos.. En una de aquellas 38 habitaciones
del palacio, el 11 de abril de 1870, fue asesinado el general Justo Jose De Urquiza.
Los paraguas del
25 de Mayo de 1810
El 25 de Mayo de 1810 amaneció frío y lluvioso. La aldea que con el correr de los años sería la populosa ciudad de Buenos Aires, sentía palpitar en sus calles la inquietud de sus pobladores. ¡Los criollos querían ser libres! ¡Estaban decididos a ello! En el interior del cabildo criollos de peso discutían sobre ese tema con los españoles. En la plaza el pueblo esperaba. “¡El pueblo quiere saber de qué se trata!”
Aquella imagen de los vecinos de l aldea, los criollos, aguardando noticias en la plaza, fue reflejada en la tela por muchos pintores. Y así fue como nació el mito de los paraguas. Los paraguas, ¿existían o no existían en 1810?
La gran mayoría sostuvo siempre que no, que en esos años el paraguas aún no había aparecido, pero la realidad es otra. Un aviso aparecido ese mismo año, en su edición del 7 de abril, del diario Correo del Comercio, anunciaba con bombos y platillos la llegada a Buenos Aires de los “revolucionarios paraguas ingleses”, a un precio que estaba entre los 5 y los 10 pesos fuertes.
El 25 de mayo de 1810 amaneció frío y lluvioso...
Autora del texto: Susana Rigoz