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“El Gaucho Bairoletto”, el Robin Hood de las pampas
Juan Bautista Bairoletto, de apelativo “El Gaucho” o “Juancito Bairoletto”, según los papeles, era para las autoridades de entonces un enemigo de la sociedad. Su vida, la vida de un verdadero aventurero, significativamente marcó una época.
Sus padres, italianos, se instalaron en la zona rural de la actual provincia de La Pampa, en una zona triguera entre las localidades de Castex y Monte Nuevo. Quien con los años sería “El Gaucho Bairoletto”, nacido el 11 de noviembre de 1894, desde muchacho tuvo problemas con las autoridades; y el jefe de policía de Monte Nuevo se obsesionó tanto con él que cada vez que en el distrito ocurría un delito, mandaba a sus hombres a detenerlo.
Tenía 19 años, en 1913, cuando en el pueblo fue asesinado el dueño de un almacén rural, y el jefe policial mandó detener a Bairoletto, a quien mandó a la cárcel hasta el año 1921. Al recuperar la libertad, ya de 27 años, y no poder conseguir ningún tipo de trabajo por haber estado en la cárcel, el muchacho se convirtió en un asaltante de caminos que con frecuencia mantenía tiroteos con las fuerzas policiales de la zona. Solía refugiarse en casas de juego y en prostíbulos, lugares donde se lo respetaba ya que se lo consideraba el vengador de todos los sufrimientos de los pobres, a los que siempre ayudaba con plata después de cada golpe. Día a día, pero con una velocidad asombrosa, la figura de justiciero de este “Robin Hood de las pampas", como lo llamó el periodismo de entonces, lo convirtió en vida en un verdadero y arrasador mito popular.
La gente lo ayudaba en sus huidas y le daba refugio cuando la policía estaba demasiado cerca. Cada vez que a Bairoletto se le daba refugio, tanto en un pequeño poblado como en un rancherío, era imposible que la autoridad diera con él. Se armaban verdaderas cadenas humanas para protegerlo: le hacían llegar mensajes, alimentos, ropas y todo tipo de cuidados. “El Gaucho Bairoletto”, o “Juancito” a secas, seguía robándole a los ricos y repartiendo lo obtenido entre gente necesitada.
En la década del 30, a Juan Bautista Bairoletto, “vago y mal entretenido”, se lo hacía responsable de todo asalto o muerte ocurridos en cualquier lugar del país. Era, verdaderamente, un fantasma justiciero. Al comenzar los años 40 se organizó una poderosa partida policial con el objetivo de terminar con sus días. Lo sorprendieron, lo rodearon y lo mataron, en un prostíbulo de General Alvear, Mendoza, en la madrugada del 14 de setiembre de 1941.
Fue velado en el comité del Partido Demócrata de esa localidad, y su velorio y su entierro fue un episodio de una magnitud nunca superada. El mausoleo donde descansan sus restos es visitado a diario por hombres y mujeres de todo el país, quienes le ofrendan flores y distintos objetos, pidiéndole que proteja a sus familias, trabajo, salud y hasta amor. “El Gaucho Bairoletto”, un gaucho alzado, vago y mal entretenido, desde su muerte hasta hoy, venerado como un santo.
Autora del texto: Susana Rigoz