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Cuando Buenos Aires era una aldea
Un viejo libro, ya que fue escrito en los primeros años del siglo XIX, analiza con
mucho buen humor, las modas y las costumbres que se seguían en la Buenos Aires de
comienzos del citado siglo. El título de este libro es bien sencillo:
Cinco años en Buenos
Aires 1820 – 1825, Por Un Inglés
La firma utilizada por el autor de esta obra, siempre fue lo que más llamó la atención,
aun en aquellos lejanos años Buenos Aires contaba con una sólida y creciente colonia
inglesa entre sus pobladores.
La primera edición de este libro, hecha en Londres en el año 1825, llevaba el siguiente
título, en inglés:
A five years´ in Buenos Aires, Turing the years 1820 to 1825, By as
Englishman, Published byG. Herbert, 88 Cheapside.
Desde que el libro vio la luz, fueron muchas las especulaciones que se hicieron sobre
quién sería su autor, pero fue un tema y una duda que jamás se pudieron dilucidar. Una
de las versiones, que siempre apareció como la más sólida, indicaba que el autor era un
próspero comerciante, oriundo del Reino Unido, que estando en estas tierras se limitó a
observar y a juzgar sin pasión, volcando en sus escritos las costumbres y los modales de
los vecinos de Buenos Aires.
Ricardo Rodríguez Molas, autor de unas pocas pero acertadas palabras de presentación
de este libro, señala que
“su autoría fue atribuida, por Rafael Alberto Arrieta al viajero
inglés Thomas George Love, fundador en la ciudad de Buenos Aires del periódico
porteño The British Packet and Argentine News”.
Según Arrieta este inglés fue siempre
“un observador inteligente y de una buena
cultura, por lo que puede señalarse a su obra -el libro en cuestión-, como uno de los
testimonios de mayor importancia para el análisis del pasado argentino”.
En sus casi doscientas páginas, quien haya sido autor de este ameno e interesante libro,
no dejó casi ningún tema sin analizar. Se comienza por el puerto, y de allí pasa al
aspecto de las calles, al clima y a las enfermedades más comunes.
La edificación de la joven ciudad es estudiada con detenimiento, como también las
tertulias y los bailes, y la incipiente actividad teatral, los residentes extranjeros, sus
costumbres y correspondientes festejos también tienen una buena cantidad de páginas.
Y así llegamos a los vecinos naturales de esta ciudad, de quienes describe usos y
costumbres. La moda local, femenina y la masculina, no podía estar ausente en un libro
de estas características. En este capítulo, se refiere también a los coches de viaje, el
apero de montar, las carretas y los caballos. La Feria de la Recoleta demanda la atención
del escritor, quien termina estas páginas hablando de los festejos de los carnavales.
En cuanto a los alimentos, la lista es amplia: la carne, el asado, las aves, el pan, los
vinos y las legumbres y frutas.
Uno de los últimos capítulos del libro está dedicado las necesarias consideraciones
finales sobre la falta de población. Aquí se habla de las posibilidades de la inmigración
inglesa, y de las ventajas de la ciudad y del país.
El ameno e ilustrativo prólogo de este libro, escrito en el año 1942, le pertenece a Alejo
B. González Gabaño, quien en uno de los párrafos de su trabajo dice:
“Frecuentó
ambientes políticos, como lo prueban sus sintéticas siluetas de San Martín, Belgrano,
Alvear, Valentín Gómez, José Miguel Carrera, Las Heras, Dorrego, Martín Rodríguez
y la muy acertada y justa de Rivadavia, donde describe, en pocas líneas, su aspecto
físico y su gran capacidad de estadista".
Presenció y estampó, en párrafos vivaces, los tres días y tres noches que el pueblo
de Buenos Aires destinara, con conmovedor entusiasmo, , a festejar la victoria de
Ayacucho, que cerraba para siempre el ciclo de dominación extranjera en América”.
Texto: Susana Rigoz